lunes, marzo 16, 2009

haz con tu sueño una obra de teatro


Aprendí durante mi formación en la Terapia Gestalt un recurso que dice: “Haz una obra de teatro con tu sueño. Ponle un título, crea el escenario, sé el guionista, el director, los actores y el público”. Y a mi vez , cuando me toca, enseño esta consigna a quienes me toca formar.

Pensando cómo explicar este recurso, vengo cayendo en las escenas finales de “El lobo estepario!”, “Der Steppenwolf”, de Herman Hesse, y por más que lo pienso,
no encuentro una exposición mejor.

Leí este libro con 20/21 años, en la Librería Andrómeda de Pamplona. El protagonista, un solitario de unos 50 años, ha tirado tantas veces la toalla que ya ni tiene otra para tirarla.
Es alguien que se vé a sí mismo como un ser escindido, que ora alberga sublimes intuiciones,
ora saca sus colmilos a relucir y de todo y de todos se carcajea. Está solo, en el medio de un mundo que -¡qué cosas!- está igualmente solo (cómo no, si el mismo protagonista le niega hasta el saludo, pero de eso el protagonista no se entera para nada). Y ya tiene lista la cuchila de barbero con la que clausurar su romería por este planeta. En ese momento, de la vida nace una risa, una broma, un gesto, y nuestro amiguito vé cómo se le desmonta hasta lo desmontau y cómo su trabajado escepticismo es pura ingenuidad: las cosas siempre pueden ponerse peor... y mejor.
Tras tratar, triscar y trotar, el prota se encuentra en tamaño callejón sin salida que solo
le queda seguir en la dirección rotulada: “Esta noche, apartir de las 4, Teatro Mágico solo para locos. La entrada cuesta la razón. No para cualquiera. Amanda está en el infierno”.

Se adentra en el antro -¡qué otro remedio le queda!- donde Pablo, - un amigo reciente que además es Mozart-, le ofrece unos licorcitos y unos cigarritos “cuyo humo era espeso como
el incienso”, y le invita a pasar a un corredor en el que se abren innumerables puertecillas tituladas. “Entra en ellas, -le dice Pablo-, en las que quieras, y haz lo que quieras”.

Y el propio protagonista se divide en un momento en mil Élmismos, los unos jovencitos, los otros contemporáneos, y cada cual corre a una puerta y entra.


¿Qué títulos hay en las puertas?
¡A CAZAR ALEGREMENTE! (Montería de automóviles)”, dice en una, y nuestro prota entra, recibe un fusil, se suma a una cuadrilla apostada en una ladera y dispara sin arrepentimiento a cada coche que pasa y a cada superviviente que pretende ponerse a salvo.
“TODAS LAS MUCHACHAS SON TUYAS (eche un euro)”, y al entrar se topa con aquella chavala que le hacía sentirse confuso cuando era un mocete desgarbado, y la chavala le vé, le acepta, le reconforta, le besa...
Y hay muchas, interminables títulos más...
MUTABOR: TRANSFORMACION EN LOS ANIMALES Y PLANTAS QUE SE DESEE .

KAMASUTRAM: LECCIONES DE ARTE AMATORIO INDIO.

¡SUICIDIO DELEITOSO! (Te mueres de risa)

¿QUIERE USTED ESPIRITUALIZARSE? (Sabiduría Oriental)
¡QUIÉN TUVIERA MIL LENGUAS! (solo para caballeros)
DECADENCIA DE OCCIDENTE (Precios reducidos. Todavía insuperada)
QUINTAESENCIA DEL ARTE (La transformación del tiempo en espacio por medio de la música)
LA LÁGRIMA RIENTE (gabinete de humorismo)
JUEGOS DE ANACORETA (plena compensacion para todo sentido de sociabilidad)
INSTRUCCIONES PARA LA RECONSTRUCCION DE LA PERSONALIDAD (resultado garantizado).
Y también MARAVILLOSA DOMA DEL LOBO ESTEPARIO
y CÓMO SE MATA POR AMOR.


entra en muchas de ellas, y tras cada puerta le espera una experiencia. Presente en mil experiencias poderosas, que no se dejan reducir por la razón a nada que no sea las propias experiencias, el Lobo Estepario pierde sus identificaciones, y va dejando de ser esto o aquello para sólo ser;
ser quién está ahora aquí, allí ahora, puro fluir, pura indeterminación, imprevisible, sorprendente, despreocupadamente contradictorio; en tres palabras, vivo y sano.

Veo este último acto de esta obra espléndida como el acceso al sueño, o el acceso
a sí a través de las caóticas leyes del sueño. (Hesse fué amigo de Jung, así que
seguramente no voy demasiado desencaminado... )

Harry Haller -que es el nombre que Herman Hesse se da y nos da a sus lectores- se sumerge en el soñar; da títulos a los fragmentos; es el principal actor, pero interactúa con otros personajes presentes en cada escena; es, en fin, el guionista, el director, el público y el crítico teatral.
Pone en práctica precisamente lo que Perls recomendaba a sus clientes. Y al final, aunque no sale sabiendo más, es mucho lo que ha desaprendido y no menos lo que ha aprendido.

Así que, ya lo saben: si están interesados por esa instrucción específica de las técticas de la Terapia Gestalt, lean, rebusquen en libros, revistas y artículos. y no se detengan en su indagación bibliográfica antes de leerse “El lobo estepario, Hermann Hesse, traducido por
Miguel Manzanares, El libro de Bolsillo, Alianza Editorial. (en mi ejemplar, del 2008 dan cuenta de 38 reimpresiones desde la primera de 1967.)

La ilustración es la de la edición inglesa en Penguin.

Y, ya , puestos, la canción adjunta, http://www.youtube.com/watch?v=fpuyXdKx9Ws es de Steppenwolf. ..

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