viernes, septiembre 11, 2009

Lautreamont, "como un eco en la lontananza"



Allí, en un bosquecillo rodeado de flores, con profundo sopor, duerme el hermafrodita, sobre el césped mojado por sus lágrimas.

Sueña que es dichoso, que su naturaleza corporal ha cambiado, o que, por lo menos,
vuela en una nube púrpura hacia otra esfera habitada por seres de su misma naturaleza.

¡Ay!

¡Que su ilusión se prolongue hasta el despertar de la aurora! Sueñas que las flores danzan en corro a su alrededor, como inmensas gúirnaldas enloquecidas, y lo impregnan con sus perfumes suaves, mientras él canta un himno de amor entre los brazos de un ser humano de mágica belleza. Pero sus brazos sólo estrechan un vapor crepuscular, y cuando se despierte sus brazos no estrecharán nada.

Cuando ve a un hombre y una mujer paseando por alguna avenida de plátanos,
siente que su cuerpo se parte en dos de arriba a abajo, y cada una de las nuevas partes va a abrazar a uno de los paseantes;
pero no es más que una alucinación, y la razón no tarda en recobrar su imperio.

...Un día, cuatro hombres enmascarados que habían recibido órdenes, se arrojaron sobre él
y lo sujetaron sólidamente, de manera que no pudiese mover más que las piernas.
El látigo dejó caer sus rudas cuerdas sobre su espalda, y le dijeron que se encaminara
sin dilación sobre la ruta que conduce a Bicetre. Cuando recibía los golpes,
se puso a reir y a hablar con tanto sentimiento e inteligencia sobre las muchas ciencias humanas que había estudiado, demostrando una gran instrucción en quien no había traspasado aún el umbral de la juventud, y sobre los destinos de la humanidad, revelando totalmente la nobleza poética de su alma,
que sus guardianes, terriblemente espantados por la acción que acababan de cometer, soltaron sus miembros heridos, se arrastraron a sus pies, rogándole un perdón que les fue concedido, y se alejaron con el testimonio de una veneración que no se concede habitualmente a los hombres.



Después de este acontecimiento, del que se habló mucho,

su secreto fue adivinado por todos, aunque aparentaban

ignorarlo para no aumentar sus sufrimientos;

y el gobierno le concedió una pensión honorable.




(Pastiche con fragmentos de Los Cantos de Maldoror, tomados de http://titadixit.wordpress.com/2007/07/10/lautreamont-los-cantos-de-maldoror/
El de la foto es Adolf Wölfli, otro que tal canta).

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