viernes, noviembre 05, 2010

También sueñan los grandes poetas









Cierta noche de otoño, encontrándome en la fonda de un pueblo remoto
de Fuerteventura, soñé que era yo uno de los tres reyes magos.

Íbamos viajando, a ratos en camello y a ratos en autobús, y a nuestro alrededor se amontonaban los pedigüeños, solicitando -por gestos, con tediosas
letanías o a grito pelado- favores y bienes de todos los estilos.





Yo, cosa que me pedían, cosa que daba.

En un momento, era tal la multitud que llenaba nuestro autobús que me sentí como reseco; y en voz baja, que pereciera que me avergonzara, pedí un poco

de agua.

La mara aquella, unánime, se horrorizó, y dando gritos de "¡Vaya egoista!, ¡Qué rey mago de la fusié!", y llevándose consigo a mis dos compañeros coronados, con pajes y autobusero incluidos, me dejaron allí abandonado.



De mi corazón destrozado, brotó, sentida y honda,
la copla de la jota de mi tierra:


"¡Pa una vez que te pido
que me peines, Juana,
me tiras el peine
por la ventana!"





Gaspar Melchor de Jovellanos: "De viaje diaquí pallí". Edit. el Curdín, Morentin, 2006.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Si al compás del
canto
el pájaro leve
brinca entre
amapolas
dejadlo estar!
Es fugitivo de su
sombra.

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...porque "el silencio es tan infinito, tan espantoso y grande como un grito." Pablo de Rokha

Anónimo dijo...

Impactante!
¡que viva chile!